martes, 30 de abril de 2013

Siempre en mayo_ Antonio Serrano

_Siempre en mayo_ Antonio Serrano - [El Libertario, # 18, junio-julio 2000] Ven ¡oh! Mayo Dicen las gentes Te saludan los trabajadores Dulce pascua de los productores Ven ¡oh! Brille Tu espléndido sol (1ra. estrofa del Himno al Primero de Mayo, de Pietro Gori, abogado, poeta y anarquista italiano) Para cuantos llegan hoy a ocupar un puesto de trabajo, sea fábrica, taller, obra, prestación de servicios etc., se tienen leyes que rigen la normativa laboral, pero ya con antelación, bien en el hogar, información transmitida por informativos y posiblemente en el curso de su preparación escolar, conoció la existencia de la Fiesta del Primero de Mayo, como "Fiesta o Día de los Trabajadores". Alguien pudiera llegar a creer, que ésta "fiesta" ha sido de siempre, y muchos habrá, que no sepan de su origen ni del por qué se ha llegado hacer del Primero de Mayo en el mundo entero, Fiesta Nacional de los Trabajadores. Aunque los hechos reales que llevaron a la instauración de la jornada de trabajo de ocho horas de duración, acaeció casi a finales del siglo XIX, no ha sido hasta bien entrado el siglo XX cuando ha llegado a tomar cuerpo ésta jornada como fiesta de la clase obrera. Desde muy antiguo hubo quejas y protestas por la larga jornada laboral, hay señalamientos en el siglo XIX, pero es a raíz de la Revolución Francesa y el desarrollo que tomaron las ideas socialistas, buscando siempre como mejorar la situación de la clase trabajadora, que son muchos los señalamientos históricos que poseemos desde principios del siglo XIX hasta culminar en los hechos de Chicago en 1886, cuya dolorosa y cruel tragedia impulsa al mundo del trabajo a una lucha constante y permanente por la mejora del horario laboral que culmina en la conquista de las ocho horas de trabajo y la declaración del Primero de Mayo como Día Internacional de los Trabajadores. Desde 1883 a 1886, en todos los congresos obreros anuales como regionales en los EEUU, se ha discutido y aprobado formas de actuación para lograr la reducción de la jornada laboral. El secretario de la A.F.L. Frank K. Forte: "reconoce el fracaso de cuanto intento ha hecho a las cámaras legislativas y entrevistas y solicitudes a representantes y legisladores". Los trabajadores resuelven obrar directamente, "acción directa", manifestaciones y protestas corren por todo el país, desde Washington a Nueva York, Chicago, Pittsburg. Chicago se había convertido en el centro más activo de la acción de protesta reivindicativa por la jornada de ocho horas. Periódicos como Arbeiter Zeitung en alemán, dirigido por Augusto Spies, El Alarm en inglés, por Albert Parsons; Schwab y Spies redactaban el Vorbete y Die Fakel, ambos semanarios. En torno a estos periódicos unos diez grupos anarquistas que reunían cerca de dos mil miembros, todo un núcleo de brillantes militantes, agitadores que actuaban sin límite ni descanso. El descontento de la clase obrera había llegado al máximo, el llamado a huelga general el Primero de Mayo de 1886, había sido secundado por una inmensa mayoría de la clase obrera tanto en Chicago como en otros muchos pueblos del Estado de Illinois. Algunas fábricas cerraron y despidieron a todos sus trabajadores. En la tarde del tres de marzo, más de 7000 trabajadores en huelga, esperaron la salida de la fábrica de aquellos que como esquiroles suplantaban a los que hacían huelga. Hubo choques con la fuerza pública, la policía abrió fuego que fue respondido por algunos de los huelguistas, llegaron refuerzos policiales haciendo fuego que hicieron huir a los manifestantes, quienes dejaron seis muertos y muchos heridos a más de decenas de detenidos. Aquella sangría hizo que los grupos anarquistas convocasen a un mitin en la plaza de Haymarket en la tarde. El llamado congregó a más de 15.000 personas. Spies, Parsons y Fielden hablaron a los congregados en la plaza. Todo iba bien hasta que finalizó el mitin, la multitud se retiraba en calma cuando apareció la policía y con su habitual violencia arremetió contra la gente. Nadie ha podido decir como una bomba fue lanzada contra la fuerza pública causando varios muertos y heridos. La policía recibe más fuerzas que abren fuego contra la gente que se retira: la masacre fue espantosa. Chicago es puesta en estado de sitio y se prohibió a la población salir de noche. El ejército ocupó durante muchos días ciertos barrios. Todo el equipo que hacía el Arbeiter Zeitung fue detenido; por una interesada combinación, por un designio oscuro, el atentado se trasladó de un hecho individual a un hecho colectivo; la instrucción terminó por procesar a los militantes de quienes la policía quería desembarazarse a cualquier precio. Los detenidos resistieron con firmeza a sus jueces y convirtieron el proceso, cada uno a su manera, en una viril requisitoria contra la sociedad capitalista. Como ha escrito Robert Lauzon: "una magnifica afirmación de fe y coraje". Si la muerte es la pena que corresponde a la proclamación de la verdad, entonces estaré orgulloso de pagar su precio", dijo Spies. "Si mi vida debe servir a la defensa de los principios del anarquismo tal como yo lo entiendo, y creo honestamente que son en interés de la humanidad, declaro que me siento feliz de darla, y es un precio muy bajo por tan grande resultado", expresaba Fielden. De los ocho condenados a muerte hubo conmutación de pena, para Fielden y Schwab por cadena perpetua y para Neebe, por quince años. Lingg se suicidó en su celda. El suplicio tuvo lugar el 11 de noviembre de 1887. En la calle y alrededor de la prisión la multitud protestaba por aquel crimen de Estado, siendo contenida por la tropa. Los condenados antes de morir gritaban vivas a la anarquía y Spies expresó: "Salud tiempo en que nuestro silencio será más poderoso que nuestras voces, que estrangulan con la muerte". En 1893, un nuevo gobernador de Illinois, John Atgeld, después de una larga investigación se convenció de la inocencia de los condenados, el veredicto había sido amañado cumpliendo órdenes. En consecuencia, Fielden, Neebe y Schwab quedaron en libertad tras 7 años de prisión. Los cinco ahorcados fueron rehabilitados, pero imposible devolverles a la vida que les quitaron. Hoy el Primero de Mayo es reconocido en el mundo entero como Fiesta Nacional de los Trabajadores, pero esa "fiesta" costó sangre, no sólo de aquellos mártires de Chicago. Posteriormente por el mundo entero hubo sus protestas y sus luchas. Francia, Bélgica, España, Inglaterra etc, las manifestaciones multitudinarias que las policías solían dispersar a fuerza de palos y disparos de fusilería, hizo que todo pueblo viera su suelo bañado con sangre proletaria. Ya en los años treinta del siglo pasado, algunos países conquistaron las ocho horas de trabajo. La clase trabajadora, no solamente aquella que hace muchos años era llamada "la de las manos callosas", también los profesionales y los técnicos, artistas en las diversas artes, todos aquellos que producen lo que necesitamos para vivir y hacer la vida lo más placentera posible, todos al unísono debemos recordar con pasión y amor aquellos hombres que en Chicago dieron sus vidas por el mejoramiento de la vida de todos cuantos poblamos el mundo.

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