En una fecha donde se conmemoraba el 32 aniversario del sismo de 1985, nuevamente se mostró la incapacidad y lucro político de la tragedia por el gobierno y toda la clase política, donde la alarma no sonó porque no se puede controlar la fuerza de la naturaleza y no se puede asegurar que la ciudad está exenta, donde la negligencia de los gobiernos y sus pronunciamientos como conocedores absolutos de la verdad hace que se concesionen cientos de contratos inmobiliarios en la ciudad de México, con el único fin de la ganancia privada y con el objetivo de que la ciudad siga creciendo, aun cuando no hay agua, el transporte es insuficiente, las vías de comunicación se colapsan y la contaminación también nos puso en riesgo hace algunos meses, como no recordar lo que Miguel Ángel Mancera declaro: "(…) incentivar la inversión que genera fuentes de trabajo e ingresos para una mejor calidad de vida... Crecer de manera planificada y ordenada, porque la ciudad debe seguir apuntando a la modernidad, pero aprovechando todos los espacios en los que la sustentabilidad sea un eje transversal... El desarrollo de la vivienda debe ir hacia la vivienda vertical, con uso de suelo múltiple o mixto. Si se siguen construyendo casas y edificios con usos restringidos no hay posibilidad de que la gente reciba servicios que son necesarios, por ejemplo tiendas, tintorerías, etcétera. No se puede aislar a la gente en desarrollos y ciudades-dormitorio, en donde no tienen nada, como las colonias que está haciendo el Estado de México, que no tienen ningún servicio". Entrevista dada a la revista Real Estate, n. 82, 2012
El sismo de este 19 de septiembre, muestra nuevamente como el gobierno no tiene la capacidad de gobernar ni de salvar, es la sociedad autónoma y solidaria la que a partir de compadecerse (padecer con el otro, sentir el dolor del otro) se organiza. Hemos podido, miles de personas, asistirnos entre iguales, llevar a la práctica la horizontalidad, dejando aún lado el gobierno que sólo asesina, frente a ello miles de anónimos nos ayudamos, nos damos lo que tenemos: víveres y medicamentos dispuestos en todos los lugares, personas esperando ser llamadas en los puntos donde se están sacando los escombros, cientos de arquitect@s, ingenier@s poniéndose a disposición para evaluar cómo sacar los escombros, cientos de familias, mujeres, niñ@s entregando alimentos a toda la comunidad en las áreas de desastre; albañiles, estudiantes, carpinteros, plomeros, electricistas, en fin, personas sin fines de lucro, sin paga alguna, todo el día y toda la noche trabajando en común. No hay caos, existen discusiones, pero la autogestión de todos organizados en solidaridad, es la más alta expresión de la anarquía del pueblo, con el puño en alto y en silencio trabajando, sin el gobierno y sin mando, sin la policía y sin el ejército.
La autoridad dice ¡váyanse a sus casas! y los anónimos seguimos trabajando, quieren genera desconfianza o incapacidad, porque miles de ojos observan todo y el gobierno quiere administrar la tragedia como capital político de campaña, por ello nos piden que nos vayamos, para poder inventar las historias que quieran y generar telenovelas de la tragedia, para colgarse medallas entre ellos que cambie el rostro del gobierno asesino, manchados de miles de desapariciones y ejecuciones, ante ello sabemos de su provocación, los anónimos tenemos los ojos bien abiertos, el temblor también nos sacudió la conciencia.
No dejemos de apoyar, no dejemos de asistir a las zonas, no dejemos de ayudar en los albergues, serán semanas y meses difíciles, nos incorporaremos a nuestros centros de trabajo y escuelas, pero no podemos dejar que el ejército demuela los edificios con personas adentro, vivas o no, los cuerpos también son nuestros, son de nuestros familiares, no dejemos que sean parte de una lista de desaparecidos sabiendo que se puedan sacar, no dejemos que administren y controlen nuestro dolor, quitémosles el poder.
Federación Anarquista de México
21 de septiembre de 2017
jueves, 28 de septiembre de 2017
Tras el sismo la rapiña, la especulación estatista y capitalista: la autogestión y la rabia
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